Ya sabéis que hace unas semanas lanzamos un concurso a través del blog para que nos enviarais vuestros artículos sobre cómo reducir el consumo de bolsas de plástico en España. ¡Hoy felicitamos a los ganadores!: Alonzo Harris (1) y Eva Álvarez (2).

Foto tomada de Pixbay

Foto tomada de Pixbay

Como lo prometido es deuda (el premio del concurso era la publicación del artículo ganador en el blog), aquí os dejamos las reflexiones de Alonzo. El texto que nos ha enviado Eva lo publicaremos próximamente.
¡Ah!, y muchas gracias a todos los que habéis participado. Estad atentos, porque pronto habrá más iniciativas de este tipo 🙂

Artículo de Alonzo Harris

«Se plantean tres posibles opciones para conseguir el objetivo establecido por la normativa Europea en su Directiva (UE) 2015/720. En primer lugar, prohibir su uso. En segundo lugar, fijar un precio mínimo. En tercer lugar, establecer una tasa pública por usarlas.

Asumiendo que existe algún tipo de externalidad negativa por utilizar estas bolsas, ¿cuál de las tres medidas sería más adecuada para conseguir que el consumo de bolsas sea el eficiente?

Primera medida: la prohibición. Esta medida asume que el coste marginal social de que se consuma una bolsa de plástico es siempre superior al beneficio marginal social. Si este fuese el caso, la opción eficiente sería prohibir las bolsas de plástico, dado que sólo generan un coste social. No obstante, si no es el caso que para todo rango de producción los costes superen a los beneficios, entonces la prohibición no sería la opción preferida.

La evidencia parece ser favorable a la segunda opción. De lo  contrario, en los casos en los que se han establecido impuestos o tasas correctoras para cubrir el coste social derivado de la externalidad, el consumo se habría reducido a cero. Pero no lo ha hecho. Por lo tanto, en el supuesto de que estas tasas se hayan establecido correctamente, los beneficios exceden a los costes para un rango determinado.

Esto no es extraño, las bolsas de plástico proporcionan innumerables beneficios para la sociedad: son muy baratas, muy ligeras, permiten un empaquetamiento rápido y son muy resistentes para lo poco que pesan. Las bolsas de plástico son muy beneficiosas para la sociedad, y aunque pueden generar algún tipo de externalidad, estamos mejor con ellas que sin ellas. Es más, teniendo en cuenta los beneficios de las bolsas de plástico, los costes de los productos sustitutivos y de los sistemas de regulación de las bolsas, y los efectos indeseados que puedan aparecer con la prohibición u otras medidas que afecten al comportamiento de los consumidores – véase Klick y Wright (2012) con conclusiones ciertamente escalofriantes sobre la prohibición del uso de bolsas de plástico en San Francisco County (EE.UU) – puede que la mejor opción, incluso con externalidad, sea dejar las cosas como están, dado que las alternativas también plantean costes y efectos indeseados.

Segunda medida: la fijación de un precio mínimo. Si el precio mínimo se establece en un nivel tal que se cubra la totalidad del coste marginal social, entonces puede alcanzarse un consumo óptimo de bolsas de plástico. La medida sería eficaz para conseguir dicho objetivo. No obstante, desde una óptica más amplia de la eficiencia, la medida no es la más adecuada. Por un lado, es restrictiva de la competencia, a pesar de que en este caso los distribuidores no “distribuyan” bolsas de plástico en sentido estricto.

En otro producto, reduciría la competencia y obstaculizaría que reducciones de costes en la producción del producto y otro tipo de eficiencias se trasladasen a los consumidores. Piensen en la opción de utilizar un precio mínimo para corregir las externalidades derivadas de bebidas con un alto componente de azúcar. La medida constituiría una barbaridad desde la óptica de la competencia. Por otro lado, la renta obtenida a través del precio mínimo para corregir la externalidad va a parar a los productores, y no al erario público. Si fuese a parar al erario público, podría utilizarse lo recaudado reducir otros impuestos que distorsionan los incentivos y generan una pérdida de bienestar, como un impuesto al trabajo.

Tercera medida: una tasa. Es la medida más eficiente. Si se diseña correctamente, contribuye a corregir las externalidades, disciplinar la demanda y alcanzar un consumo óptimo de bolsas. En este sentido, es tan eficaz como el precio mínimo. No obstante, es más eficiente. Por un lado, más favorable a la competencia. Por otro lado, la tasa aumenta la recaudación, y por lo tanto permite reducir impuestos que distorsionan los incentivos y generan pérdidas irrecuperables de bienestar, como un impuesto al trabajo».

—————–
El informe de la CNMC  (IPN/CNMC/002/17) sobre la reducción del consumo de bolsas de plástico está (aquí) y el post que escribimos al respecto (aquí)

Comparte esta noticia en tus redes