Aunque nos acostumbremos a mirar cada día el semáforo de precios para comprobar qué hora es la mejor para planchar o poner el horno, nuestros quehaceres diarios limitan nuestra capacidad de acomodar el consumo eléctrico a las horas del día en las que la energía es más barata. No olvidemos el chascarrillo de la “lavadora y plancha, de madrugada”  tras la entrada en vigor (en junio de 2021) de la nueva factura de la luz por tramos horarios.

Muuuuy flexible. Foto en Pexels.

Tras este debate social hay una realidad: la energía tiene unos costes distintos según el momento del día y del año en que se consume (ya sea por las tecnologías involucradas en su producción o por el uso de las redes).

Como principio general, cuanto mayor es la demanda en una hora concreta, más fuentes de generación más caras entran a producir y también se produce más congestión en las redes. Por tanto, sería razonable evitar los momentos de demanda pico desplazando el consumo a horas valle.

¿Qué es la flexibilidad de la demanda?

Si hablamos de flexibilidad nos referimos al conjunto de tecnologías (almacenamiento o digitalización, entre otras) que hacen posible esta traslación del consumo desde horas de mucha demanda a otras de menor demanda. Así, se reduce el coste energético para el consumidor, sin comprometer la calidad ni la seguridad de suministro (en un escenario con mayor protagonismo de las energías renovables). Estas nuevas soluciones llegan de la mano de la innovación técnica y generan nuevos modelos de negocio, posibilitando, además, un papel más protagonista del consumidor.

La flexibilidad es, por lo tanto, una medida complementaria a la eficiencia energética. En este caso, no estamos sustituyendo unos equipos (lavadoras, frigoríficos…)  por otros más eficientes ni modificamos los hábitos de consumo (siguiendo el ejemplo, lavar en agua fría). Se trata de que el consumo de energía se desplace a las horas de menor demanda de manera automática y sin generar ninguna pérdida de comodidad al consumidor.

Tipos de consumo y horas más baratas

¿Qué tipo de consumo podemos desplazar a horas más económicas? Pues todo depende del tipo de consumidor:

  • En el caso doméstico: podríamos considerar, por ejemplo, el depósito de agua caliente (cuando la fuente de calor es una resistencia eléctrica) y, sin duda, el vehículo eléctrico.
  • En el sector servicios, por ejemplo, la climatización, aprovechando la inercia térmica de los edificios.
  • En el sector industrial encontramos el mayor potencial, atendiendo a las características de cada empresa.

¿Quién puede participar?

  • Un gran consumidor con suficiente demanda puede plantearse participar directamente en los mercados energéticos si pone en valor el potencial de flexibilidad de su proceso industrial.
  • Un consumidor doméstico y la pequeña y mediana empresa, al tener demandas mucho menores, deben agruparse para, conjuntamente, poder participar en los mercados. Esta función de sumar centenares de pequeñas demandas individuales las realiza un nuevo agente del sistema energético: el agregador de demanda.

¿Qué beneficio obtengo como consumidor?

A través del agregador de demanda podremos sacar provecho económico de nuestra flexibilidad, contribuyendo a reducir nuestros costes energéticos. Ya no solo “pagaremos” en nuestra factura; podremos también “cobrar” por los servicios prestados al sistema eléctrico. Sin incomodidades, ni molestias. Además, con nuestra flexibilidad ayudaremos a una mejor integración de las energías renovables, a la electrificación de los coches y a los sistemas de calefacción domésticos.

¿Cómo se está poniendo en práctica?

En algunas ciudades europeas como Londres o Amsterdam, ya se puede evitar sobredimensionar la red de distribución en la ciudad a partir de gestionar la carga de los vehículos eléctricos y evitar que todos carguen en el mismo momento.

Otro ejemplo interesante lo encontramos en Alemania, donde más de 30.000 particulares con autoconsumo y baterías participan conjuntamente para ofrecer 210MW a TenneT, el operador del sistema.

En estos casos, los consumidores reciben beneficios económicos en contraprestación al servicio que dan y a su contribución a una reducción de costes del sistema. De esta manera, todos ganan, tanto aquellos consumidores que aportan sus recursos distribuidos, como los otros consumidores.

Grupo de trabajo MECRE

Te contamos todo esto porque, desde hace un par de años, la CNMC ha puesto en marcha un grupo de trabajo multidisciplinar, cuyo objetivo es contribuir a un sistema energético más económico, seguro y con menores emisiones de CO2.

Lo hemos bautizado MECRE (Mercados energéticos competitivos y regulación eficiente) y utilizando el conocimiento que tenemos de materias como la energía, la competencia y las telecomunicaciones dialogamos con todos los agentes para identificar las barreras regulatorias y de mercado, dentro de nuestras áreas de trabajo. Así la innovación podrá pasar a formar parte de nuestro sistema energético y, de esta manera, contribuirá a la competitividad del país.

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