“No existen pruebas que concluyan que el consumo de ajo haya protegido a las personas del Coronavirus”
“Tampoco existen pruebas de que el virus del Covid-19 lo hayan robado espías chinos de un laboratorio canadiense”
“No hay pruebas de la relación entre el Coronavirus y el 5G”
Estos son solo tres de los diez principales bulos que recoge Agcom, el regulador italiano de las telecomunicaciones y el sector audiovisual, en los informes que publica su Observatorio sobre la desinformación online.
Imagen extraída de Flickr. Autor: Dubravko Sorić
Durante la pandemia, Agcom está haciendo un seguimiento mensual sobre el consumo de información por parte de los italianos y de otros países europeos. En sus informes, hemos encontrado datos interesantísimos. Por citar algún ejemplo: en Italia, entre el 16 y el 22 de marzo, el 36% de las noticias que circulaban por medios de desinformación online se referían al coronavirus. Además, si os interesa el tema, Agcom presenta una lista de noticias falsas, su origen y sus desmentidos en este enlace.
Principales noticias falsas difundidas en el mundo sobre el coronavirus. Fuente: Agcom, Osservatorio sulla disinformazione online n. 1/2020 – Speciale Coronavirus
Un repaso a los orígenes del término
Los informes de Agcom nos recuerdan que, al igual que el Covid-19 se ha extendido como la pólvora por todo el mundo, también lo han hecho las noticias falsas que llenan de desinformación nuestra sociedad global.
El término “desinformación”, o más bien su práctica, está vinculado a los organismos especializados que tanto EE.UU. como la antigua Unión Soviética crearon para utilizar la información como arma de guerra durante la Guerra Fría.
Ahora, en plena pandemia de Covid-19, esta palabra vuelve a ser de plena actualidad. Se trata de un término emparentado con la manipulación de los medios, el control de la información en beneficio de intereses políticos o económicos, las estrategias de empresas, etc. con el fin de “desorientar” la opinión pública.
Algunas medidas europeas contra las “fake news”
Con este panorama, merece la pena fijarnos también en algunas iniciativas europeas que se están llevando a cabo para combatir estas prácticas.
Durante los últimos años, la Comisión Europea ha intentado luchar contra las llamadas “fake news” y ha llevado a cabo varias iniciativas dentro de su Plan de acción contra la desinformación.
Uno de los avances más importantes ha sido la redacción del Código de buenas prácticas contra la desinformación, aceptado voluntariamente en 2018 por varias plataformas online (entre ellas, Google, Facebook y Twitter).
El Código de buenas prácticas propone varias ideas para frenar la desinformación. Estos son sus cinco puntos más importantes, que nos pueden ser de utilidad durante la etapa actual del Covid-19:
- Cercenar los ingresos publicitarios de las cuentas y los sitios web que tergiversen la información, y proporcionar a los anunciantes las herramientas de seguridad adecuadas, así como datos sobre los sitios web que contengan desinformación.
- Permitir la identificación como tal de la propaganda política y esforzarse por divulgar publicidad sobre cuestiones de interés general.
- Disponer de una política clara y accesible al público en materia de identidad y bots online, y adoptar medidas para cerrar las cuentas falsas.
- Ofrecer información y herramientas para ayudar a los ciudadanos a tomar decisiones con conocimiento de causa, y facilitar el acceso a diversos puntos de vista sobre temas de interés general, dando prioridad al mismo tiempo a fuentes fiables.
- Proporcionar a los investigadores acceso a datos que cumplan la normativa de privacidad para permitirles rastrear y comprender mejor la propagación y el impacto de la desinformación.
¿Ha funcionado el Código de Buenas Prácticas?
Desde 2018, con el apoyo del Grupo de Entidades Reguladoras Europeas para los Servicios de Comunicación Audiovisual (ERGA), la Comisión Europea ha estado analizando la efectividad de la implementación del Código.
De hecho, ERGA acaba de publicar el informe Report on disinformation: Assessment of the implementation of the Code of Practice, donde evalúa la implementación de los cinco pilares del Código y resume los resultados de las actividades de monitoreo llevadas a cabo por los miembros de ERGA durante 2019 en trece estados miembros.
El informe muestra que la implementación del Código de buenas prácticas es un paso importante para abordar la desinformación online, porque contribuye a construir una nueva relación entre las plataformas que se han adherido al código, la Comisión Europea y los reguladores audiovisuales nacionales.
Sin embargo, ERGA identifica varias debilidades que deben abordarse para que el Código logre sus objetivos en el futuro. Algunas de ellas son la falta de transparencia y el bajo número de plataformas adscritas al Código. ERGA también propone que se cambie el enfoque actual de autorregulación a otro de corregulación de las prácticas informativas. Asimismo, propone que existan indicadores específicos de medición para las plataformas y que los reguladores nacionales cuenten con las herramientas necesarias para evaluar el cumplimiento de las medidas.
Si queréis más información, podéis consultar el informe de ERGA y los informes de Agcom.
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¿Sabemos algo acerca de la consulta pública de los mercados de banda ancha 3 y 4?
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