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Imagen de HistoriaHoy en Pixabay.
*** José Daniel Amoedo Barreiro, es Abogado y Consultor. Está especializado en Derechos Humanos, Transparencia y Protección de Datos Personales. Correo electrónico: damoedo@gmail.com.
***Carlos Balmisa, Director del Departamento de Control Interno de la CNMC.
Cada vez es más evidente que las formas tradicionales no funcionan. En situaciones excepcionales como las que vivimos tornan estériles, incluso ridículas. Resulta difícil imaginar que un día viviéramos por y para ellas. Es necesario innovar en todas las áreas. Este dogma ya es irrefutable, pero con mayor razón si hablamos de buzones de denuncia o de colaboración.
Las soluciones a los problemas requieren inmediatez y los métodos habituales de detección de irregularidades no pueden brindarla. Por ello, resulta indispensable abrir nuestros procesos a la vigilancia, tanto externa como interna. La sociedad civil se ha convertido en un actor tan relevante como la propia existencia de autoridades con potestad sancionadora.
La experiencia con buzones ha probado que estos son imprescindibles para la mejora, corrección y prevención de los organismos y empresas; no importa si son públicos o privados, su sola existencia los convierte en el mejor de los repelentes.
El buzón es la mejor manera a día de hoy de realizar justicia material directa. La inmediatez que lo caracteriza permite al ciudadano que formula su queja hacerla pública en un sinfín de medios de comunicación social; al resto de ciudadanos adherirse anímica y/o sustantivamente a la causa; y, finalmente, al órgano competente mientras exista, conocer al instante información a la que no podría acceder de otra forma.
Posibilita de igual manera bien la apertura de una investigación y, en su caso, la imposición de una sanción o infracción; pero también, el dictado de una serie de recomendaciones en forma de warning letters o warning notice cuya sola publicidad hace innecesaria ninguna actuación posterior pues el efecto disuasorio se consigue con la simple amonestación informativa.
El buzón puede convertirse, asimismo, en un sistema de respuesta inmediata que permita un diálogo sostenido entre las autoridades y la sociedad. Aquel buzón en el que exista una infraestructura personal y material apropiada que asegure su buen funcionamiento, evita conflictos, ahorra costes y permite anticiparse a los problemas a través de su prevención y de su detección temprana.
Resulta por tanto el sistema de mediación ideal para evitar incurrir en posibles sanciones, dado que permite en tiempo real y al instante detectar y prevenir los problemas.
Períodos excepcionales como el actual, en que el foco de atención está puesto en otras prioridades más urgentes, es el más propicio para que surjan prácticas irregulares. La pandemia nos está dejando lecciones que acentúan la confianza en los buzones y resaltan su necesidad.
¡Ponga un buzón de denuncias en su vida!
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