Los conflictos derivados de la posición estratégica de Ucrania como país de tránsito del gas ruso a la UE han supuesto, por su gravedad, numerosos quebraderos de cabeza a la Comisión Europea y a los estados miembros de la Unión. A comienzos de julio de 2015 se anunció la suspensión del acuerdo entre Moscú y Kiev de suministro de gas a Ucrania por discrepancias en los plazos y precios del suministro de gas.
A las vías de entrada de gas ruso a Europa a través de Ucrania, Bielorusia (gasoducto Yamal-Europa) y Mar Negro (gasoducto Blue Stream) se añadió el gasoducto North Stream que conecta Rusia directamente con Alemania a través del mar Báltico desde 2012. Futuros gasoductos a través de Turquía como el Trans Adriatic Gas Pipeline servirán también para mejorar la diversificación y seguridad del suministro de gas en Europa.
La actuación de la Comisión Europea
Además, la Comisión Europea ha desempeñado un activo papel en la minimización de las consecuencias de un posible conflicto de suministro de gas. Los primeros pasos se dieron con la elaboración de la Directiva 2004/67/CE de seguridad de suministro. Continuaron de forma acelerada, con crisis de suministro ruso ucranianas tales como la de 2009, con el Reglamento (UE) nº 994/2010 de 20 de octubre de 2010. Y se continúan en la actualidad con la previsible revisión del reglamento de seguridad de suministro.
Fruto también de los primeros pasos fue la conformación del grupo de coordinación de gas de la CE, que aglutina las instituciones y los órganos de respuesta ante crisis, y que ha sido muy activo durante las mismas.
En la actualidad, es público que la nueva regulación europea en desarrollo, sobre seguridad de suministro, se sustentará en dos pilares: la prevención del problema y su mitigación. La prevención supone la disminución del riesgo de crisis de suministro mediante el desarrollo de infraestructuras, la evaluación de riesgos y la elaboración de planes de actuación. La mitigación de los efectos de la crisis, en caso de que produzca, supone la protección de los clientes vulnerables mediante mecanismos de solidaridad entre países, la confección de planes de emergencia y la definición de los mecanismos de declaración de la misma.
Dentro del capítulo de evaluación de riesgos, en 2014 se desarrollaron los llamados test de estrés sobre diferentes hipótesis de interrupción del suministro. Las simulaciones realizadas muestran cómo mediante la aplicación de los mecanismos de solidaridad entre países se reduce de manera significativa el impacto en la demanda no suministrada.
En las figuras siguientes se muestra la demanda de gas no suministrado ante diferentes hipótesis de interrupción del suministro; ya sea por una interrupción del tránsito a través de Ucrania ya sea por una interrupción del suministro del gas ruso.
En cualquier caso, los resultados muestran que la vulnerabilidad de ciertos países continúa, como lo corroboran los test de estrés. Sin embargo, aunque la cooperación entre estados de la Unión no pueda hacer nula la demanda interrumpida, ésta se ha mostrado como una herramienta eficaz para disminuir la afección de las potenciales crisis. Además, la monitorización continua de los niveles de almacenamiento y de la cobertura de demanda en los escenarios de punta de invierno y de verano realizados por la asociación europea de transportistas ENTSOG, ha de contribuir a minimizar el impacto de una crisis sobrevenida. (Véase, por ejemplo, ENTSOG Summer Supply Outlook 2015).
Además, las nuevas inversiones que permiten la reversibilidad de los flujos de gas de las interconexiones existentes de Grecia a Bulgaria y los nuevos gasoductos, tales como la conexión entre Eslovaquia y Hungría, ayudarán a minimizar los posibles impactos de las interrupciones de suministro. La posibilidad de reversibilidad de los flujos de gas en los gasoductos debe ser extendida a un mayor número de interconexiones tales como las existentes entre Croacia y Hungría o entre Rumanía y Hungría. Y, el papel del GNL también deberá ser reforzado. Ya sea haciendo un uso mayor de las plantas existentes, como mediante el empleo de soluciones más adaptables como las unidades de regasificación flotantes (FSRU).
En todo caso, la poderosa máquina de la Unión Europea para asegurar el suministro de gas, está en marcha. Aunque pueda ser lenta es imparable. Y ello, en todos sus ámbitos:
- Técnico, mediante la búsqueda de la mejor operación de las infraestructuras existentes, así como mediante el desarrollo de nuevas infraestructuras de carácter prioritario (los llamados proyectos de interés comunitario).
- Regulatorio, mediante la revisión del Reglamento europeo 994/2010 de medidas para salvaguardar la seguridad del suministro de gas: desarrollo de planes regionales, nueva estrategia de GNL, almacenamientos, etc.
- Y Político, a través del impulso de la cooperación entre los países de la Unión y de ésta con los países externos.
En definitiva, la situación del suministro de gas natural en la Unión Europea es mejor que en la crisis ruso ucraniana de 2009. No solo por las mejoras en los niveles de prevención y mitigación antes esbozados, sino también por la menor probabilidad de interrupción del tránsito del gas a través de Ucrania, dada su mayor dependencia económica de la Unión.
Todo ello, ha de servir para mantener las discrepancias en sus justos términos. Esto es, el estrictamente económico relativo a los acuerdos o divergencias de precios. Divergencias, por otro lado, que son muy comunes en cualquier mercado de gas entre compradores y vendedores. Cuestiones ajenas al gas, tales como las relativas a la soberanía de los territorios, han de ser evitadas. De esta manera el comercio de gas podrá fomentar la confianza entre países y empresas, y podrá ser una herramienta de pacificación y no un instrumento de confrontación.
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