Tenemos nuevo estudio y, en esta ocasión, es de color verde. Trata de la gestión de residuos de envases y, por lo tanto, de reciclaje. En él, analizamos el sector y planteamos recomendaciones de cara a mejorar su funcionamiento (aquí los enlaces al estudio y a la nota de prensa).

Botellas, latas, briks, bolsas de aperitivos…, los envases son parte de nuestro día a día. De hecho, cada uno de nosotros produce, de media, más de 180 kilos de residuos de envases cada año. Estas cifras confirman lo importante que es reducir, reutilizar y reciclar. Y, también, que resulta esencial contar con un sistema de gestión de residuos de envases eficiente y competitivo, para así impulsar la transición a una economía circular, más sostenible, innovadora y efectiva en la labor de promover el reciclaje y proteger el medio ambiente, la salud pública y el bienestar de todos nosotros.

Pero ¿Qué es la gestión de residuos de envases y cómo funciona?

Se refiere a lo que pasa con los envases después de tirarlos a la basura (y, recuerda, ¡los envases deben ir al contenedor amarillo o, si son de vidrio, a los contenedores de vidrio!). Abarca la recogida y transporte de la basura y, también, lo que viene después: la clasificación y el tratamiento de los residuos y, finalmente, su adjudicación a recicladores para hacer nuevos envases, o, si no se reciclan, su desechado al vertedero o a otro destino.

Las empresas responsables de los residuos tienen la obligación legal de hacerse cargo de los mismos, incluyendo los costes que generan, en virtud del principio “quien contamina, paga”. Para cumplir con esta obligación, el sector tiene como organizaciones centrales los ‘Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor’ (SCRAP). Hasta 2024, Ecoembes (para envases ligeros y papel-cartón) y Ecovidrio (envases de vidrio) han sido las dos únicas organizaciones activas.

Su función principal es pagar a las Administraciones Públicas encargadas de la gestión de basuras el gasto que les causan los residuos de envases y, para esto, llegan a acuerdos (llamados convenios) con ellas y concretan cuánto les deben abonar. Para financiar esos pagos, las empresas responsables de los residuos se adhieren a un SCRAP y le pagan una cuota según el volumen y tipo de residuos que produzcan.

Pensando en verde: recomendaciones de la CNMC para mejorar el sector

En España, este sector ha estado monopolizado, lo que no está impuesto por la normativa y tampoco sucede en otros países de nuestro entorno ni en otros tipos de residuos. Ha estado monopolizado porque es una actividad compleja, con trabas y dificultades a la entrada de nuevos competidores y, además, requiere la coordinación entre los actores públicos y privados involucrados en el mismo para establecer qué costes y responsabilidades corresponden a cada uno. La principal conclusión del estudio es que, para lograr que exista competencia, es crucial que la regulación y las autoridades la promuevan de forma activa.  Sin un marco que impulse claramente la competencia, las barreras de entrada, la descoordinación y los conflictos pueden obstaculizarla o incluso impedirla.

Con el objetivo de impulsar la competencia y mejorar el funcionamiento del sector, la CNMC recomienda lo siguiente:

  • En primer lugar, reducir las barreras de entrada, facilitando la autorización de nuevos SCRAPs, eliminando o flexibilizando el plazo para la firma de convenios y agilizando que las empresas puedan cambiar de SCRAP.
  • Segundo, establecer un marco de coordinación entre agentes públicos y privados eficiente y procompetitivo. Esto implica regular en detalle la coexistencia entre SCRAPs competidores, establecer un organismo de coordinación y supervisión, introducir un sistema de convenio único con cada administración pública, elaborar un convenio tipo, consensuar los requisitos mínimos de calidad y dotar a las AA.PP. de los medios necesarios.
  • Tercero, fomentar la transparencia, con medidas que mejoren la trazabilidad y la detección del fraude.
  • Cuarto, prevenir y remediar conflictos de interés, en particular respecto a la participación de asociaciones en SCRAPs y, por otro lado, en el caso de que los recicladores se tengan que adherir a SCRAPs.
  • Y, quinto, fomentar la competencia en la adjudicación de residuos de los SCRAPs a los recicladores, desarrollando la regulación en detalle.

Estas recomendaciones pueden ayudar a mejorar el sector y, de esta manera, acelerar la transición a una economía más sostenible y verde, que preserve mejor el medio ambiente, la salud pública y el bienestar. Te animamos a leer el estudio y así ver en detalle nuestro análisis y recomendaciones. No lo dudes, promover que la gestión de residuos de envases sea competitiva y esté bien regulada puede dar alas a una economía más sostenible. ¡Compite en verde!

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