Desde los primeros bocetos de Da Vinci hasta los aeroplanos de los hermanos Wright cualquiera diría que la historia de la aviación tiene rostro de hombre. Pero ahora las mujeres también pilotan. Y si alguien logró abrir ese camino y convertirse en un mito de la aviación a la altura de Charles Lindbergh, esa fue Amelia Earhart, a quien hoy recordamos en la CNMC por el Día Internacional de la Mujer.

Foto cortesía de ameliaearhart.com.

Earhart no solo surcó los cielos, sino que los desafió. Nacida en Atchison, Kansas, en 1897, fue una profesora y piloto estadounidense. Su historia la convirtió en una figura clave de la aviación en la primera mitad de siglo, que rompió barreras de género y dejó un legado que inspiró y sigue inspirando a generaciones tras generaciones.

La chispa de su pasión por la aviación se encendió durante la Primera Guerra Mundial, en Canadá, donde colaboró como auxiliar de enfermería. Fue poco después, tras el fin de la guerra, cuando comenzó a trabajar y a ahorrar con tenacidad para pagarse sus primeras lecciones de vuelo, lo que le permitió empezar a adentrarse realmente en el mundo de la aviación.

No obstante, fue en 1928 cuando recibió una llamada de teléfono que le cambiaría la vida: le ofrecían participar en un proyecto de aviación por el que se convertiría en la primera mujer en cruzar el Atlántico en avión. El viaje, que se completó con éxito a bordo del Friendship, le granjeó un gran reconocimiento público que culminó en una recepción en la Casa Blanca de la mano del presidente Coolidge.

La primera mujer en cruzar sola el Atlántico

Sin embargo, Earhart, ya en camino de convertirse en un icono femenino más allá del Hollywood dorado del momento, no se contentó con ser solo una pasajera. En 1932, con la determinación que la caracterizaba, se embarcó en un viaje que la convertiría en la primera mujer en volar sola a través del Atlántico, superando el récord de tiempo que ya marcó Charles Lindbergh a bordo del Spirit of St. Louis cinco años antes. Earhart estableció además numerosos hitos de vuelo, velocidad y altitud, incluyendo, entre otros, ser la primera mujer en volar sola a través de los Estados Unidos en un autogiro.

Sin embargo, es en 1937 cuando Earhart emprendió su desafío más ambicioso: ser la primera mujer en dar la vuelta al mundo en avión. Lo intentó de la mano del también piloto Fred Noonan. Sin embargo, en julio de ese mismo año su avión desapareció misteriosamente sobre el Pacífico. A pesar de la extensa búsqueda, nunca se encontraron rastros de ellos ni de su nave, por lo que Amelia Earhart fue declarada muerta el 5 de enero de 1939.

Más allá de sus logros como aviadora, Earhart fue una defensora incansable de los derechos de las mujeres. Impulsó la Enmienda de Igualdad de Derechos, fundó y presidió The Ninety-Nines, una organización para mujeres piloto, y se convirtió en una voz destacada en la lucha por la igualdad de género.

Aunque del destino final de Amelia Earhart no se sabe mucho, su legado pervive. Su espíritu audaz, persistencia y pasión por la aviación la convirtieron en una figura inspiradora para todos aquellos –y especialmente aquellas– que hoy todavía quieren ponerse a los mandos de un avión.

Como organismo encargado de regular y supervisar diversos sectores de la economía, la CNMC también cuenta con competencias en materia aeroportuaria, y es por eso que hoy reconoce la importancia de figuras históricas como la de Amelia Earhart, clave para el futuro de la mujer en el mundo de la aviación.

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