Ha llegado el tenso momento de renovar contrato. No hablamos aquí de deportes, sino de antenas de telefonía móvil. La delicada telaraña que permite que haya cobertura en cualquier parte se basa en una infinidad contratos de arrendamiento que los operadores mantienen con particulares y administraciones.  Hace más de dos décadas que comenzó a desplegarse la telefonía móvil en España, así que muchos de estos acuerdos -de unos 10 años- llegan a su fin. Hay que renegociar condiciones, y el punto crítico es el precio del alquiler del espacio de la antena.

Toca renovar contratos de espacios para antenas de telefonía. Foto cortesía de stumayhew

Toca renovar contratos de espacios para mástiles de telefonía. Foto cortesía de stumayhew

Según un informe de Strand, en algunos países del norte de Europa, se exige más dinero, entre dos y cuatro veces más, cuando se renueva el contrato del alquiler del espacio destinado al mástil de la antena de telefonía móvil, normalmente en azoteas o en puntos elevados de zonas rurales. Esto sitúa a los operadores en una posición difícil, ya que no pueden cambiar fácilmente una antena de lugar. Primero, porque tardarían no menos de un año e invertirían alrededor de 200.000 euros en hallar una nueva localización y acondicionarla.

Segundo, porque si la antena se traslada a un nuevo emplazamiento muy distante del primero (por ejemplo, a más de un kilómetro, según las condiciones) o con gran diferencia de altura, algunas zonas antes cubiertas podrían quedarse sin cobertura. Para recuperar estas zonas de sombra, el operador debería instalar en algún otro punto una microantena o una antena adicional, lo que supone un gasto notable.

ALQUILERES MÁS CAROS

Se podría decir que los propietarios de los espacios de las antenas tienen la sartén por el mango. Conocedores de esta situación, se ha detectado la existencia de empresas que ayudan a quienes las contraten a conseguir un aumento sustancial en la cuantía de la renta a cambio de quedarse con una parte del alquiler. Y más aún, Strand ha descubierto que algunos municipios de Dinamarca incluso han formado un cartel para inflar el precio del alquiler de los espacios municipales destinados a los mástiles.

Según las investigaciones, el municipio de Esbjerg (de 115.000 habitantes, el quinto de Dinamarca) lideró un grupo de ciudades que entre 2010 y 2011 intercambiaron información relativa a los precios del alquiler de los espacios de las antenas. A menudo, estos terrenos pertenecían al propio ente local, por lo que era la administración local quien ingresaba la renta del operador y tenía por tanto un evidente interés en aumentarla. Los municipios del grupo, gracias a los contactos que mantenían, lograron en muchos casos duplicar la cuantía que recibían del operador.

La Autoridad de Competencia y Consumo de Dinamarca (KFST) ha tenido acceso a documentos que demuestran estos acuerdos y actualmente está estudiando el caso para decidir si se ha infringido la ley y tomar medidas. Además, los cuatro principales operadores del país (TDC, Telenor,  Telia y 3) han anunciado que llevarán a juicio a los municipios implicados por los gastos que les ha supuesto la subida del los alquileres.

ALQUILERES MÁS BARATOS

Para los operadores no es el mejor momento para enfrentarse a un aumento generalizado del coste las antenas de telefonía. Por una parte han disminuido sus ingresos en los últimos años. Por otra, se está llevando a cabo el despliegue la cuarta generación móvil (4G), que requiere realizar grandes inversiones, entre otras cosas al tener que instalar más antenas. La subida de precios de Dinamarca puede que sólo sea un caso aislado que acabará en los tribunales. De hecho, en otros países son los operadores los que hacen valer sus argumentos y están renegociando los contratos de arrendamiento a la baja.

En España parece haber caído también el precio de los alquileres ofrecidos por las compañías. Por ejemplo, según informaciones publicadas en la prensa, en la ciudad de Badajoz los operadores pagaban en el 2007 hasta 12.000 euros anuales por alquilar la azotea de un edificio. En el 2010, en la misma ciudad, el precio máximo era en cambio de 6.000 euros anuales.

Sin embargo, esta tendencia en nuestro país es difícil de determinar, ya que cada antena conlleva una negociación propia y el precio depende de las características del lugar. Según los datos de los operadores recabados para el último análisis de mercado de la telefonía móvil, el alquiler medio en toda España era en el 2010 de 16.200 euros anuales en las zonas urbanas, 10.500 en las suburbanas (poblaciones medianas) y 4.000 en las rurales. Un gasto considerable si se tiene en cuenta que en España había 36.214 antenas de telefonía móvil (Nodos B) en julio de 2011.

Mapa de antenas de telefonía móvil en España. Fuente: CMT - Informe Geográfico

Mapa de antenas de telefonía móvil (Nodos B) en España. Fuente: CMT - Informe Geográfico

Un caso más claro es del Reino Unido, donde Vodafone y O2 (la filial británica de Telefónica) en el 2010 buscaron a toda costa la manera de racionalizar el gasto de sus antenas. Como explicaba The Sunday Telegraph, Vodafone, a través de una tercera empresa, envió miles de cartas a granjeros y administraciones locales. Además, agentes en representación del operador se personaban ante los propietarios de los terrenos para renegociar los contratos antes incluso de su renovación.

En las misivas de Vodafone, que la propia compañía reconoció haber enviado, se pedían rebajas de hasta un 40% en el precio del alquiler y poder compartir sin coste adicional el mástil con O2. Esto último se debe a que Vodafone y O2 han unido fuerzas para desplegar sus redes través de una empresa llamada Cornerstone. Si el granjero se negaba a aceptar las nuevas condiciones, el agente que hablaba en nombre de Vodafone amenazaba con no renovar el contrato. Lo que ocurría en la práctica es que el pequeño granjero, tras algunas negociaciones con el agente, solía aceptar una renta algo más baja con tal de no perder unos ingresos asegurados.

Aunque mover una antena resulte costoso, la política de los operadores suele ser la de no pagar más de un cierta cantidad por el espacio de los mástiles y además rebajar esta renta tanto como sea posible. Los operadores se han dado cuenta de que estos alquileres tiene un impacto importante en sus cuentas y todavía han de realizar más inversiones en infraestructura. Así que, a causa del 4G, puede que alguien llame a nuestra puerta para instalar una antena en la azotea del edificio. Seguramente el contrato no sea tan apetitoso como los que se firmaban años atrás.

Ha llegado el tenso momento de renovar contrato. No hablamos aquí de deportes, sino de antenas de telefonía móvil. La delicada telaraña que permite que haya cobertura en cualquier parte se basa en una infinidad contratos de arrendamiento que los operadores mantienen con particulares y administraciones. Hace más de dos décadas que comenzó a desplegarse la telefonía móvil en España, así que muchos de estos acuerdos -de unos 10 años- llegan a su fin. Hay que renegociar condiciones, y el punto crítico es el precio del alquiler del espacio de la antena.
Comparte esta noticia en tus redes