Muchas ciudades en EEUU fueron demasiado optimistas con los costes de desplegar una red wifi; quisieron poner un precio similar al de la banda ancha fija; no tuvieron en cuenta los costes de adquirir nuevos clientes; sus tasas de abandono por parte de los usuarios duplicaba o triplicaba las de la telefonía fija y muchas veces no lograron captar el interés del público. Con los precedentes de estos proyectos se llegó a hablar del “fracaso del wifi municipal” (“Lo que nos enseñó el wifi municipal en EEUU”), que más que fracaso de la tecnología fue un fracaso de la planificación.

Nueva York

Nueva York, esperanza del wifi municipal. Foto cortesía de VinothChandar

Pero aún así, las redes de móvil se saturan en determinadas zonas o momentos del día (o si no, que se lo digan a los usuarios neoyorquinos de AT&T).

Por eso algunas empresas han empezado a contemplar el wifi municipal, pero no para los usuarios, sino para los operadores de móvil que ven como sus redes no pueden seguir el ritmo de consumo de datos de sus clientes.

La compañía Towerstream va a desplegar 1.000 antenas wifi para cubrir Manhattan, no completamente, pero sí al menos las zonas con más densidad de población. («¿Puede el wifi funcionar en Nueva York?», se pregunta Bloomberg Businessweek) El objetivo es vender toda esa capacidad de ancho de banda a las operadoras de móvil para que descarguen su tráfico en la red wifi de Towestream cuando sus propias redes estén saturadas.

El negocio debe de ser prometedor porque Cisco o Nokia Siemens Networks ya están tomando posiciones en este nicho de mercado.

“No podemos reemplazar la red de móvil, pero podemos ofrecer oasis wifi”, dice Jeff Thompson, cofundador y de Towerstream. Un nuevo giro en el negocio del wifi municipal.

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