Como ya os imaginaréis, la liberalización del sector no se ha llevado a cabo de la noche a la mañana. En nuestro país han existido cuatro leyes que, con sus luces y sombras, han hecho posible que el sector haya pasado de un régimen monopolísta a uno basado en la libre competencia.
La Ley 31/1987, de 18 de diciembre, de Ordenación de las Telecomunicaciones, (modificada posteriormente por la Ley 32/1992, de 3 de diciembre), marcó muy levemente los primeros compases liberalizadores. Así, aunque el grueso de las telecomunicaciones mediante cables y radiocomunicación seguía estando en manos del Estado, se definieron unos nuevos servicios: los de valor añadido. El artículo 20 de esta ley los definía como: “los servicios de telecomunicación que, no siendo servicios de difusión y utilizando como soporte servicios portadores o servicios finales de telecomunicación, añaden otras facilidades al servicio soporte o satisfacen nuevas necesidades especificas de telecomunicación».
Estos servicios fueron los antecedentes de algunos como la “transmisión de datos” o, mejor dicho, de los que hoy conocemos como de “comunicaciones electrónicas», entre otros: proveedor de acceso a Internet, acceso a bases de datos, correo electrónico, fax bajo demanda, telefonía vocal en grupo cerrado de usuarios y, curiosamente, los entonces denominados “servicios audiotex”, antecedentes de los de “tarificación adicional”. También, aparecieron la red telefónica pública de buscapersonas, el telemando, telemedida, teleseñalización, telealarmas.
Un abanico inmenso de posibilidades, como véis, que ya podían prestarse en régimen de libre concurrencia mediante el correspondiente otorgamiento de una autorización o una concesión administrativas que se otorgaban sin necesidad de concurso público.
Sin embargo, más allá de estos servicios incipientes, lo importante es que apareció ya en escena la telefonía móvil. Se inició el camino para que, la entonces denominada «telefonía móvil automática”, junto con los servicios de radiocomunicaciones móviles en grupo cerrado de usuarios y radiobúsqueda, pudieran prestarse en régimen de libre concurrencia, aunque en realidad esta situación no ocurrió hasta el 31 de diciembre de 1993.
El antepasado más reciente de lo que hoy conocemos como servicio de telefonía móvil lo encontramos en 1976 con el servicio de “Telefono Automático en Vehículos” , que lo prestaba Telefónica en la banda de los 160 MHz. Se basaba unos equipos de lo más aparatoso y que sólo se podían utilizar en los automóviles. Posteriormente, en 1982, inició la prestación del servicio de telefonía móvil automática en la banda de los 450 MHZ. Al ser esta una tecnología muy anticuada y que también precisaba de grandes equipos, se puso en funcionamiento, en 1990, la banda de los 900 MHz, bajo la marca Moviline. Más tarde llegaron el GSM, el DCS-1800 y la Tercera Generación (UMTS).
Además de la información que contiene el documento que estamos publicando por entregas, en wikitel también también hay un artículo muy interesante sobre la historia de la regulación de las telecomunicaciones.
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