Hacer fotos, descargar videos, chatear, jugar, orientarnos, escuchar música e incluso hablar. Son muchas las posibilidades que nos ofrecen hoy en día los smartphones. Entre ellas, el pago móvil gracias a la tecnología NFC de la que tanto hemos hablado en este blog, y que, a pesar de sus múltiples intentos de despegue, no parece despertar aún un interés desmesurado entre los consumidores.

¿Quiero o no quiero pagar con mi móvil?. Foto en flickr de Luz Adriana

De todas maneras y para los más entusiastas: un estudio de Nielsen publicado en mayo sostiene que casi dos tercios  (un 63%) de los consumidores encuestados están abiertos a la idea de hacer pagos a través de los teléfonos móviles;  un 24% de ellos con  probabilidades de hacerlo y un 11% totalmente comprometidos con la idea.

Las cifras desglosadas por regiones muestran de todos modos que, por ejemplo en EEUU, el número de personas que están completamente en contra de esta opción supera ampliamente a las partidarias de saldar cuentas con el teléfono móvil:

 

Fuente: Nielsen


 

Las cifras de eMarketer son bastante coincidentes: en el mercado norteamericano, tan sólo un 25% de los consumidores demuestra interés en usar el dinero móvil; la inmensa mayoría, un 58%, no parece tener ninguna disposición a ello:

 

Fuente: eMarketer


 
Además, la mitad de los encuestados no encuentra ningún beneficio al dinero móvil:
 

Fuente: eMarketer


 
Por cierto que la tercera gran compañía de móvil norteamericana, Sprint, estrenará este verano su propio monedero móvil con tecnología NFC, según leíamos estos días. A pesar de todo, el último estudio de Javelin Research deja claro que los pagos NFC, al menos en EEUU, aún necesetirán unos años para despegar.
 

En África sí que interesa el dinero móvil

La situación cambia radicalmente en otras latitudes:  no hay duda de que las transacciones financieras vía teléfono móvil han despegado en África. Tres cuartas partes de los países que utilizan el dinero móvil con más frecuencia se encuentran en África, y la banca móvil en algunos de ellos ha alcanzado niveles extraordinarios. En el continente africano es muy común pagar facturas, recibir o enviar dinero a través del móvil:

 

Fuente: The Economist


 

Aunque lo fácil es pensar que allí el dinero móvil funciona porqué el desarrollo del sistema bancario no es el mismo que en los países desarrollados, en The Economist advierten que en Kenya, por ejemplo, donde un asombroso 68% de los adultos usan el pago móvil (con mucho, la tasa más alta del mundo), más del 40% también tienen cuentas corrientes bancarias. También el último estudio de Mastercard deja clara la supremacía de los países africanos en la predisposición al pago móvil, con Kenya a la cabeza:

 

 

Fuente: Mastercard

De todos modos, cuando la infraestructura bancaria está muy desarrollada, los usuarios de teléfonos inteligentes no tienen tantos incentivos para utilizar este tipo de servicios móviles. De ahí que el smartphone sea simplemente un facilitador -que no un conductor- de cambio de comportamiento.

Hay más estudios que dejan claro que el entusiasmo por los pagos móviles no está directamente relacionado con el desarrollo econónomico del país:  la consultora Aite Group, por ejemplo,  habla de «smartphonatics»,  algo así como los  «early adopters»  del pago y banca móvil y estas son sus cifras de reparto por el mundo:

 

Fuente: Aite Group

Los smartphones y la banca móvil

Como veíamos en el caso de África, el móvil está cambiando la forma en que los consumidores acceden a a los servicios financieros:  un reciente estudio de la Federal Reserve destaca la importancia y el crecimiento de este canal y afirma que un 21 por ciento de consumidores norteamericanos han utilizado la banca móvil en los últimos 12 meses.



 
Como es previsible, el uso de la banca móvil es más frecuente cuanto más joven es el consumidor:
 

 
 
 

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