El fundador de Netflix lo explicaba así al New York Times: “Devolví al videoclub ‘Apollo 13’ seis semanas tarde. Me pusieron una multa de 40 dólares. No se lo quería contar a mi mujer y me dije a mí mismo: ‘¿Voy a comprometer la integridad de mi matrimonio por una multa?’ De camino al gimnasio me di cuenta de que ellos tenían un modelo de negocio mucho mejor: pagas 30 ó 40 dólares al mes y puedes ir las muchas o pocas veces que quieras”.

El cine, en tu buzón. Foto cortesía de Michael C. Rael

El cine, en tu buzón. Foto cortesía de Michael C. Rael

Y Reed Hastings copió el modelo: Netflix te envía un DVD a casa por correo, lo devuelves cuando quieras y entonces Netflix te envía otro. Suena arcaico, pero el servicio de los DVD por correo convive con el de streaming a través de internet, que Netflix también ofrece. La compañía tuvo que esperar hasta 2010 para que los suscriptores al streaming superaran a los del DVD.

Sin embargo, últimamente Netflix se ha convertido en el nuevo “chivo expiatorio” (el término es de Gigaom) de las operadoras de telecos después del P2P y de Google, y la excusa perfecta para fijar limitaciones de descarga en sus tarifas de banda ancha.

Redes y limitaciones de descarga

El último argumento contra Netflix es esta matriz dibujada por la empresa Mu Dynamics y que muestra cómo afectan varios servicios de streaming a las redes fijas. La ganadora es Youtube, pero Netflix, en su versión en alta definición, está en el peor cuadrante. Poco “friendly” tanto para operadores como para usuarios.

Fuente: Mu Dynamics

Fuente: Mu Dynamics

Netflix ya ha rebajado la calidad del streaming de sus vídeos para sus usuarios de Canadá y reconoce los riesgos en la documentación que envía a la autoridad de la Bolsa de EEUU (SEC):

“A medida que los operadores introduzcan tarifas basadas en el consumo, límites de descarga o traten de cobrar el acceso a sus redes a los proveedores de contenidos, podrían incrementarse nuestros costes o podría afectar a nuestra capacidad para adquirir y retener clientes”.

Traducido: más costes, menos ingresos.

RENOVAR LICENCIAS Y CONTRATOS

A la rebelión de las operadoras se suma la de los estudios. Netflix ha comprado licencias para emitir contenido por valor de 1.200 millones de dólares: unas licencias que tiene que renovar y renegociar. A Netflix le preocupa que ahora los estudios pongan condiciones más duras para los derechos de emisión en streaming.

Además, en el negocio del envío de los DVD, Netflix tiene acuerdos con los estudios para no distribuirlos hasta 28 días después de que se hayan puesto a la venta. Mientras que Blockbuster ha negociado y ha conseguido no tener que esperar esos 28 días, Netflix ya ha avisado a sus inversores de que algunos de los estudios con los que negocia “han sugerido” aumentar ese tiempo de espera.

La antipatía que Netflix despierta entre las telecos y las productoras audiovisuales ha sido suficiente para despertar de nuevo la afición periodística de enterrar negocios. Pero Netflix no tiene problemas en contraatacar («Retrato a las redes de los operadores»). El día que la empresa salió a Bolsa, Reed Hastings les dijo a sus trabajadores:

«Mañana cuando vengáis a trabajar, si no hacéis felices a los clientes, ni hacéis que avance el negocio, ni nos ahorráis dinero, no vengáis».

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